24 agosto 2006

"Hecho de Barro y Quintaesencias de Raúl Heraud", por Jorge Ita Gómez

En el concierto de la poesía peruana última asistimos al nacimiento, muerte y resurrección de jóvenes (y no tan jóvenes) poetas que así como aparecen, desaparecen para luego re-aparecer y madrugarnos (sorprendernos con aquello de: “Despertar en el ala madre de un cisne” (Pág.13) o “Bajo el hebefrénico manto de la noche” (pág.37); tomándonos por asalto con sus aciertos y/o desaciertos propios e impropios de este (¿vano?) oficio, consistente en colmar de versos memorables el vasto y dilatado universo poético. Tal es el caso del joven poeta Raúl Heraud (Lima 1970), quien acaba de hacernos participes (“Todo esto que escribo ya no es mío,/nunca lo fue”, Pág. 57) de la puesta en circulación de su poemario “Hecho de Barro” (Lima, junio de 2001, 66 pp. Departamento de Impresiones y Publicaciones de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega) en el que, desde su perspectiva primera según manifiesto, realiza “un viaje desde la concepción del hombre primero, recayendo luego en una especie de dolor existencial, en el amor como un cántaro sagrado, finalmente el desenlace, la muerte como única alternativa; pero una muerte en vida que me mantiene atado al mundo” (Pág.9). en tanto “Amasa que amasa los barros” (Gabriela Mistral) hasta hacer “El barro ya más barro en tierra buena” (Marco Antonio Corcuera). Siendo entre otros, (“Hecho de Barro”, “Cadáver rejuvenecido” y “Vórtice”), principalmente, los signos más visibles de su triunfal escritura; incluido el signado con el titulo de: “ANTIPOEMA”..
Amo a la grupa casi sociopata,
humera siempre húmeda,
amo su tránsfuga pelvis,
hialoidea, onanista y simbiótica,
esternón, Ecce homo!
amo al ubérrimo pistilo,
iconoclasta,
egoforme partitura heráldica,
patológico diafragma equilátero
y equilátero,
estafisagria pluscuamperfecta,
hipercaneosomte de mujer.

En el que dirá de modo concluyente:
“Yo amo a la que llaman Karla” (Pág. 49), moldeada a su más entera satisfacción del barro de una de sus costillas; y aun el otro de tono y cadencias similares dedicado a su pequeña criatura, “ARIEL”, hijo mayor de sus obras, en el que en su paternal chochera dirá: “cada noche cuando la vida llega a su fin/ mi coleóptero hijo sobrevive al caos/ de su petraiugue basuóforo, Papá” (Pág.19) Y con esto le basta y le sobra al poeta para ilustrarnos este punto y aparte. Abierto el libro como cuando se pela una fruta exquisita, se deja leer de primera intención una inscripción de título “La celda habituada”, que bien podríamos –como cualquier mortal- asociar como el amado cuarto del poeta, el utero mismo de la vida: esposa/madre, o el(recuerda) lacrado cuerpo que cada uno de nosotros ocupa intransferiblemente cual “Reos de nocturnidad” – en el caso nuestro- hasta reencontrarse con el barro que nos lo devolvió artista al hombre “y su viva muerte” (Pág. 15); o como él mismo se autodenomina en versos estos: CADAVER REJUVENECIDO a quien le fallaron los cálculos, ummmhhh (…)/ “en la porquería menos nociva/ de Ser humano” (Pág.65). Resurrecto, cual Lázaro de luz, por obra y gracia de los dones beatíficos, que la poesía otorga a los iluminados, el poeta, príncipe del nublado” o alabastro majestuoso “proyecta la dimensión de su vuelo” (Pág. 17) a la eternidad en versos configurados así: (VORTICE”, Pág. 39):
“La muerte nace de la vida misma,
del bostezo divino,
de la vorágine del mundo,
del embutido de santos e iglesias de este planeta,
nace del terror de la página en blanco,
de la penúltima carta de la baraja,
de la unión de tu sexo con el mío,
de la víspera del lunes,
la muerte nace también del vacío colectivo,
de rémoras narcisistas
y de mentes obtusas…
la muerte no es el descanso eterno.

Es el sello de entrada al gran circo humano”.

Se encierra igualmente como alacranes cercados por el fuego en un círculo perfecto la trilogía “Vida, pasión y muerte”; al punto que pareciera ser que “Hecho de Barro”, libro primigenio tatuado a pulso firme en la piel del fuego y la pasión, se constituye en caro legado o testamento ológrafo(“da de comer al olvido con tan frágil manjar”)para la posteridad, obligándonos a respetar su “ultima voluntad” bien dicha en versos estos : “sólo déjenme descansar esta noche/ que ya tuve bastante con la vida… (Pág.57), en el entendido de que “No hemos venido aquí a la tierra para dejar como herencia un esqueleto” únicamente.

Jorge Ita Gómez, poeta peruano.
Lima - 2001

"Parafernalia"

Quiero por favor mi féretro sucio,
mi lápida celda
en bosques repletos de algas
y aguas mal olientes,
por lados quiero rapiña
que hurte mis gusanos y mis heces,
ninguna escalera que acerque
a ladras beatas exudando
incienso y burda fe,
quiero mi sillón austero,
la navaja de Saint Saens
cuando la podredumbre
impida levantarme,
quiero mi hipocondría
y mis parafilias,
quiero mis santos y mis vicios,
quiero por ultimo una callecita
endémica
con hombres como despojos
para que me acerquen alguna vez
a la soledad de este mundo.

"XII"

Cercenando tu noche de mis pupilas,
emigrando de la muerte al cierzo de estos años,
transformando la vida en lúgubre vacío…

así es como me siento,
equilibrando esta frágil existencia
bajo el hebefrénico manto de la noche.

"VI" : A César Calvo

César en el andamio del sol,
magma y soledad,
ala bípeda a nueve centímetros
de dios, en la mesa dibujada a la
izquierda de mi mente,
escribiendo
sonidos, calles, amigos,
ausentes la mayor parte
de tu vida,
reconozco tu antigua nausea
sin brújula y a la deriva,
galopando en el diagrama humano
detrás del monologo díptico de tu creación.